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En el contexto de las celebraciones por los 300 años de la Bula de Aprobación del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, la Universidad de La Salle Victoria, en México, ha presentado una exposición conmemorativa de este importante hito, cuando “en 1725, la pequeña Sociedad conformada en ese momento apenas por 100 Hermanos, distribuidos en 22 comunidades en Francia y con un Hermano en Roma, recibía el reconocimiento oficial de la Iglesia católica de manos del Papa del momento, Benedicto XIII, a través de una Bula que lleva por título: In apostolicae dignitatis solio.

Así lo ha explicado el Hno. Diego Muñoz en el discurso de inauguración de la exposición, que contó con la participación de un significativo grupo de lasallistas entre los que se encontraba el Hno. Guillermo García López, rector de la Universidad.

“La exposición que hemos preparado para celebrar este evento ofrece, a través de ocho paneles, una información básica acerca del proceso histórico vivido por los Hermanos, en un primer momento, junto a Juan Bautista de La Salle, su padre y fundador, y luego, en un segundo momento, por los Superiores del Instituto que habían asumido la responsabilidad por el futuro de las escuelas y de las comunidades una vez que La Salle había partido a la casa del Padre”.

En efecto, tal como lo ha detallado el Hno. Diego, “cuando muere La Salle en 1719, los Hermanos no contaban aun con un reconocimiento legal que les permitiera poseer bienes y administrar recursos como Sociedad con personalidad jurídica”. Ante esta situación, el Hno. Timoteo, segundo Superior del Instituto, comienza en 1721 las gestiones para la aprobación pontificia.

En su disertación, el Hno. Diego se ha referido a diversas condiciones de la época que debieron superarse antes de que el rey Luis XV de Francia concediera las Letras Patentes al naciente Instituto, en 1724. “Esta circunstancia ayudó mucho a que los Hermanos obtuvieran del nuevo papa Benedicto XIII la Bula de Aprobación al año siguiente, en 1725”, añadió.

Merecido reconocimiento

Con este trasfondo, el Hno. Diego ha invitado a recorrer la exposición que “tiene el objetivo de compartir algunos momentos clave de este itinerario de reconocimiento de la labor callada y humilde de los Hermanos, constituidos como comunidad de laicos consagrados a la educación y a la evangelización, en escuelas dirigidas a los pobres de la época”.

Tres siglos después, la obra se ha expandido por todo el mundo, en una “dinámica vivida en asociación y fidelidad al Dios de la vida”, de la que participan más de 92.000 educadores para atender más de millón y medio de estudiantes en casi ochenta países.

Durante el acto inaugural, el Hno. Diego ha expresado un agradecimiento especial “al Maestro Amando Aguayo, quien con su arte nos ayudó en la adaptación de esta exposición nacida en la Casa Generalicia en Roma”.

“Finalmente, agradecemos a Dios y tantos hombres y mujeres que a lo largo de trescientos años nos han permitido soñar en el poder de la escuela para transformar el mundo. Que esta exposición sea un pequeño homenaje para todos ellos”, concluyó.