San Muciano María Wiaux
“Fidelidad a Dios en los pequeños detalles de cada día”
El 30 de enero la Iglesia católica celebra la memoria del Santo Hermano Muciano María Wiaux.
Su nombre de pila era Louis-Joseph Wiaux. Nació el 20 de marzo de 1841 en Mellet, un pequeño pueblo de Bélgica francófona. Fue el tercero de seis hijos. Su padre Juan Wiaux era herrero, y su madre Elisabeth Badot combinaba la educación de sus hijos con la administración de un café en un local de la casa familiar.
En su juventud Louis-Joseph conoció a los Hermanos de las Escuelas Cristianas que trabajaban en una escuela en la vecina población de Gosselies, y decide ingresar al noviciado de Namur a los quince años, el 7 de abril del 1856. El 2 de julio del mismo año recibió el hábito, e hizo sus primeros votos el 14 de septiembre de 1859. Diez años más tarde, en 26 de septiembre de 1869 haría su profesión perpetua.
Antes de ejercer su misión como educador, el Hno. Muciano María tuvo que prepararse y es allí donde encuentra un gran desafío, al punto que estuvo a punto de ser apartado de la Congregación, pues se creía que no era apto para la enseñanza. Era el inicio de un itinerario marcado por la humildad y la capacidad de descubrir a Dios en los pequeños detalles de cada día, en las tareas sencillas que le fueron encomendadas.
Durante dos años dio clases de primaria en Chimay. Posteriormente fue enviado al internado de Malonne, donde pasaría el resto de su vida: ¡58 años!
Aunque en los comienzos tuvo dificultades en la realización de las tareas de educador y, simultáneamente, de vigilante, con la ayuda del Hno. Maixentis se capacitó para dar clases de dibujo y música, así como en diferentes oficios que realizaría en adelante.
Su camino hacia la santidad lo fue labrando cada día en la fidelidad al deber cotidiano, entre las clases de refuerzo escolar, la vigilancia y la oración. Allí encontraba a diario una oportunidad para entregarse plenamente a Dios, amando al próximo, y profesando una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen María.
“Para él no había nada más importante que la obediencia, nada más alegre que la pobreza, nada más urgente que las obligaciones de la vida común, la acogida de sus alumnos o de cualquiera que acudía a él”.
Falleció el 11 de mayo de 1926 en olor a santidad. Se dice que el mismo día de su funeral muchos favores atribuidos a su intercesión.
El 30 de octubre de 1977 fue beatificado por san Pablo VI, y el 10 de diciembre de 1989 fue canonizado por san Juan Pablo II.
San Muciano María ayúdanos a descubrir a Dios en los pequeños detalles de cada día. Intercede por todos los lasallistas para que seamos fieles al llamado que Jesús nos hace a vivir nuestra misión educativa desde lo pequeño y con los más vulnerables.