Cuando el Hno. Jack Curran reflexiona sobre el intenso conflicto que desde hace más de un año padecen en Tierra Santa, donde la Universidad de La Salle que dirigen los Hermanos de las Escuelas Cristianas, es la única universidad católica, afirma sin titubear que “la educación lasaliana gira en torno a la salvación; salvación en este mundo y en el de más allá” y “en estos tiempos difíciles en Tierra Santa, la salvación forma parte de lo que debemos hacer”. Por eso, “la Universidad de Belén se erige como un faro para recordarnos a todos, a nosotros mismos en el Instituto, a la Iglesia y al mundo, que la salvación es posible y que la educación es, de hecho, el camino hacia la salvación”.
Así lo vivió en la década entre 2003 y 2013, cuando fue destinado, por primera vez, a la Universidad de Belén, y así lo confirma ahora, desde su responsabilidad de vicerrector para el desarrollo, convencido de en estos momentos cruciales, “la Universidad está con la gente en solidaridad por la justicia y los derechos humanos y la dignidad humana para todos, para todas las personas en Tierra Santa”.
“La gente de allí necesita que seamos solidarios y nosotros tenemos la gracia de poder responder”, continúa el Hno. Jack, citando algunos ejemplos concretos que han tocado profundamente su corazón profundamente, y haciendo una pausa para confesar que “siento desde el fondo de mi corazón que me uní a los Hermanos para ser una persona comprometida con la educación como medio de salvación”.
Sostener la esperanza en medio de la guerra
A pesar de los días de intensa ocupación y restricciones relacionadas con la guerra en Gaza, el religioso lasaliano está convencido de la necesidad de sostener la esperanza aún desde este contexto. “Hablamos de esperanza en un futuro mejor, sabiendo que la realidad es tan brutal, en el día a día de la gente normal. Pero hablamos de esperanza porque es el fundamento de lo que somos como cristianos; es el fundamento de lo que somos como pueblo de Dios. Fue en esa misma ciudad donde está la Universidad de Belén, a 600 metros de la Universidad, donde Jesús nació de María, donde el Rey de la Paz, el Príncipe de la Paz, vino a la Tierra para ser uno de nosotros, para mostrarnos cómo vivir. Y nosotros, en una llamada a Dios, esa es la esperanza que mantenemos viva hoy”, explica.
“Somos increíblemente bendecidos en la Universidad de Belén con una generosa red de amigos, en todo el mundo, que no sólo nos apoyan financieramente, lo que es increíblemente útil y necesario, sino que nos apoyan espiritualmente”, agrega, y concluye que “de ahí viene la esperanza, de las personas que unen sus recursos, sus oraciones, su comprensión y sus finanzas para expresar una solidaridad que nos da esperanza todos los días”.