Por qué un “año de……”

Hace dos años nuestros delegados, en el Capítulo General, decidieron “dedicar el año 2025 a profundizar y compartir la espiritualidad lasaliana en la Iglesia y el mundo, con motivo de la celebración del 300 aniversario de la Bula de Aprobación”. (46.o CG, 2.1)

Esta decisión iba asociada a otras dos: la de “crear una red internacional de Espiritualidad Lasaliana que apoye a los animadores y acompañantes en la vida  nterior, que patrocinará programas, experiencias y recursos internacionales, regionales  y distritales.” (2.3) Y, además, indicaba una forma de acompañamiento con un Consejero a cargo y un posible secretariado. (2.2)

Esto como parte del segundo camino de transformación del Instituto, el camino de la disponibilidad radical a Dios. Este año es una oportunidad para recomenzar. Tenemos un tesoro para compartir, nuestra espiritualidad de educadores.

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El espíritu de nuestro Instituto es, pues, en primer lugar, el espíritu de fe, que debe mover a los que lo componen a no mirar nada sino con los ojos de la fe, a no hacer nada sino con la mira en Dios, y a atribuirlo todo a Dios; penetrándose siempre de estos sentimientos de Job: «El Señor me lo dio todo; el Señor me lo ha quitado; como agradó al Señor, así se ha hecho»; y de otros semejantes con tanta frecuencia expresados en la Sagrada Escritura, y por boca de los antiguos Patriarcas.

Med R 11.1.2

He aquí un texto importante para La Salle. De hecho, lo reproduce casi en idénticos términos en las Reglas Comunes (RC 2,2) y se refiere a él en otros lugares. No es para menos ya que se trata del espíritu del Instituto, es decir, de la base, el origen, el fundamento de todo lo que viene después. Pues bien: este fundamento lasaliano originario no es otro que la fe. Lógico, porque sin una fe profunda, convencida, resulta imposible comprender la experiencia lasaliana, implicarse a fondo en su proyecto. Al menos si pretendemos hacerlo desde la óptica original de su fundador, que lo veía siempre como “la obra de Dios” (RP 3,0,8). Dios es, en definitiva, el que da su sentido profundo al proyecto lasaliano y, en esta línea, la fe vendría a ser una forma de observar la realidad desde el punto de vista de Dios, una luz divina que la colorea de modo particular, esas gafas con las que Dios mismo contempla el mundo y que La Salle nos invita a utilizar. Es cuestión de acostumbrarse…

H. Josean Villalabeitia

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